Los que me conocéis y me seguís sabéis que últimamente ando algo obsesionada con el pan... de hecho creo que voy a tener que cambiarme el nombre artístico. Y la verdad es que esto del pan engancha tela marinera.
Al principio era Antonio el que se encargaba de las masas, él hacía las pizzas, panes y empanadas y yo me encargaba de los bizcochos, galletas y demás. Él la fuerza y yo la dulzura y delicadeza... los que nos conozcan saben que nosotros no seguimos ese tópico... Vamos, que yo de dulce solo tengo lo que me sale del horno,jiji!
Y hablando de tópicos: si pensamos en un panadero nos imaginamos a un hombre fornido lleno de harina hasta las orejas, trabajando una bola de masa como el Peñón de Gibraltar y con las manos del tamaño de dos guantes béisbol... ¿me equivoco? Pues es ese precisamente el tópico que nos tenemos que quitar de la cabeza ya que, para amasar, como para e 99% de cosas en esta vida, no necesitamos fuerza, necesitamos maña!
No voy a meterme en muchos tecnicismos porque no quiero dejaros dormidos... Digamos que el tiempo amasa. Se puede coger una masa y amasarla durante diez minutos seguidos o se puede amasar a intervalos de un minuto o dos de amasado y periodos de reposo. Os puedo asegurar que el resultado es el mismo.
Cada modo de amasado tiene su encanto... un día querrás desestresarte y darle una buena paliza a la masa y otro día te encontrarás al borde de la desesperación ante una masa de bollería que se te pega a las manos y resistiendo la tentación de poner más harina cual Adán ante la manzana prohibida. Moraleja: si pones más harina la masa te quedará más seca y menos tierna... yo fui tentada no una vez, sino muchas y tuve que mojar mis bollitos en leche ante el peligro de morir engoñipada.
El amasado, pues, sirve tanto para mezclar los ingredientes de la masa como para activar la proteína de la harina: EL FAMOSO GLUTEN. Cuando el gluten se desarrolla nuestra masa se vuelve elástica y satinada.
Para conseguir una buena masa no hace falta tener la fuerza de un jugador de rugby neocelandés. Es cuestión de un poco de maña y paciencia. Obviamente hay que experimentar, hay que meter las manos mucho en la masa e ir familiarizándote mucho con las texturas. Venga, coge una receta sencilla y manos a la masa!
Pan persa |